Desafortunadamente, nunca llegaba en el momento oportuno,
pues siempre tenía que atender las miserias que iba encontrando en el camino.
Por fin, ya anciano, alcanzó a ver a Jesús subiendo al Gólgota, y le dijo: «Toda mi vida te he buscado sin
poder encontrarte». Jesús
contestó: «No
necesitabas buscarme, porque tú siempre has estado a mi lado».
Al hilo de esta narración, recordamos una frase de un gran
buscador de la verdad que mantuvo una actitud de búsqueda a través de los
descubrimientos o señales que iba encontrando en la naturaleza y que durante
toda su vida como este cuarto rey, recorrió, caminos entre la razón y la fe y
consiguió descifrar en actitudes, su vida:«Una fe que no tenga nada que
decir hoy, que no interese a nadie, que no resulte contagiosa, es una fe
enferma, o incluso muerta. Jesús es siempre el «eterno descubrimiento» (Teilhard de Chardin).
Melchor, Gaspar y Baltasar se lanzaron de lleno a la
arriesgada aventura de buscar a Dios. Eran almas en camino, a la espera.
Sortearon desiertos, dificultades, obstáculos, emboscadas, pero llegaron.
Nosotros hoy, también vamos siguiendo caminos, estrellas para conseguir salir
de las dificultades, de la crisis, pero nos cuesta conseguirlo, porque entre
otras cosas nos falta decisión, empuje, convencimiento y que son los demás
quienes tienen que hacer el camino, pensamos. Los Reyes no saben cuál es la
meta final, pero se ponen encamino. Hay una esperanza. «Cuando llegan a su
meta: entran y ven, se postran y adoran, abren y ofrecen, acciones nacidas de
una inmensa alegría y expresan el dinamismo que emerge en todo búsqueda de Dios
en nuestro mundo: salir de nosotros mismos, adentrarnos en el espesor de cada
vida, levantar los ojos y mirar, descubrir la belleza y la vida en lo más
pequeño y sentir que esa visión provoca la reverencia y la alabanza»
Hemos de descubrir dentro de nosotros la estrella de Jesús,
que es camino tortuoso; hay subidas, bajadas, repechos, curvas cerradas. A
veces se oculta la estrella y viene la atonía, el desencanto. En estos tiempos
necesitamos redescubrir la estrella, volviendo a nuestro interior. No la
busquemos en el ruido o bullicio exterior En este año sigamos la estrella. Pero
no lo olvidemos: la estrella está dentro de nosotros.
Y por otra parte ¿nos os parece que tendríamos que ser
estrellas para los demás? , ¿Acaso en nuestras vidas ciertas personas no han
sido estrellas que nos condujeron hacia Jesús?...
Permitidme exhortaros a que en el año 2013 seamos continuamente
reyes magos que, siguiendo a la estrella de la fe, hagamos de nuestra vida una
continua ofrenda a Dios. Que diariamente ofrezcamos al Señor el oro de nuestros
dones, la mirra de nuestra esperanza y el incienso de nuestra oración. Y por
otra parte os animo a que seamos pequeñas estrellas que, desde nuestra humilde
fe, evangelicemos nuestro mundo tan falto de Dios.
Os deseo lo mejor para el nuevo año, que la Fe nos una más.
Reitero mi agradecimiento a todos los que participáis de este
"nuestro blog".
Adrián Sanabria.
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